con nuestro vecino del norte.
La cordillera no se une a sus montañas.
El campo no se junta a su tierra.Su cielo está lejos de nuestro
cielo.
Sin embargo sentimos su constante presencia,
su acero y su diamante, su grandeza y miseria,la resplandeciente maquinaria,
el sonido de la soga con su fruto obscuro,
los rascacielos desde cuya magnificencia el cesante
bajó a estrellarse,
los puentes con el drogado en el automóvil,
la hermosa sonrisa de las viudas implacables.
Colmena de la miel contemporánea,
con el dulzor del lujo en las
vitrinas,
y el guante de la guerra.Una insaciable sed de crueldad
infantil
te precipita sobre todos los juguetes.
Quieres la barra de cobrey el estaño, el petróleo,
cualquier desvenciajda muñeca también debe ser tuya.
Tonel de las Danaides
industriales,
pozo que no pueden llenar los antiguos imperios
ni las naciones
misarables.
Cuanto amor y cuanto
país dotado de odio despiertas,
juventud,
águila poderosaque desgarras y exaltas,
corriente en que los pueblos beben el agua mortal del dólar,
residuo del sudor que te pide una gota.
La mujer que escucha el ladrido de los perros
persiguiendo a su rpimo negro
no ha lanzado tus tropas contra el mundo.
La muchacha que siente
los tiernos puntapiés nacidos en su vientre
no quema las aldeas.
Los pueblos morenos contemplan asombrados
al campesino en automóvil,
al obrero veraneando,
el refrigerador tan frío como su porvenir,
el telivisor que dispara a su corazón,
las magníficas avenidas,
la sonrisa de Kennedy quebrada por las balas,
la grandeza surgienod de la miseria
del estudiante negro inclinado sobre los libros,
del intelectual dispuesto a defender la verdad,
la bondad sonriendo en la cabaña del pobre blanco,
la diáfan mirada de una enfermera.
Estados Unidos por el bien y el mal
para el mal y el bien,
deja triunfar la luz,
ahoga en el océano asesinos a sueldo,
políticos del crimen, industriales de muerte,
bebedores de cocteles
de sangre,
deja que surja el canto de la fraternidad,el tierno susurro de los pueblos morenos
sentados en la mesa del pellejo del mundo.
FERNADO LAMBERG, "La Innumerable Humanidad"; Ediciones Side, Santiago de Chile, 1968.