domingo, 15 de agosto de 2010

ESTADOS UNIDOS DE NORTEAMERICA

No tenemos fronteras
con nuestro vecino del norte.
La cordillera no se une a sus
montañas.
El campo no se junta a su tierra.
Su cielo está lejos de nuestro
cielo.
Sin embargo sentimos
su constante presencia,
su acero y su diamante, su grandeza y miseria,
la resplandeciente maquinaria,
el sonido de la soga con su fruto obscuro,
los rascacielos desde cuya magnificencia el cesante
bajó a estrellarse,
los puentes con el drogado en el automóvil,
la hermosa sonrisa de las viudas implacables.


Colmena de la miel contemporánea,
con el dulzor del lujo en las
vitrinas,
y el guante de la guerra.
Una insaciable sed de crueldad
infantil
te precipita sobre todos los
juguetes.
Quieres la barra de cobre
y el estaño, el petróleo,
cualquier desvenciajda muñeca también debe ser tuya.

Tonel de las Danaides
industriales,
pozo que no pueden llenar los antiguos imperios
ni las naciones
misarables.
Cuanto amor y cuanto
odio despiertas,
país dotado de
juventud,
águila poderosa
que desgarras y exaltas,
corriente en que los pueblos beben el agua mortal del dólar,
residuo del sudor que te pide una gota.


La mujer que escucha el ladrido de los perros
persiguiendo a su rpimo negro
no ha lanzado tus tropas contra el mundo.
La muchacha que siente 
los tiernos puntapiés nacidos en su vientre
no quema las aldeas.
Los pueblos morenos contemplan asombrados

al campesino en automóvil,
al obrero veraneando,
el refrigerador tan frío como su porvenir,
el telivisor que dispara a su corazón,
las magníficas avenidas,
la sonrisa de Kennedy quebrada por las balas,
la grandeza surgienod de la miseria
del estudiante negro inclinado sobre los libros,
del intelectual dispuesto a defender la verdad,
la bondad sonriendo en la cabaña del pobre blanco,
la diáfan mirada de una enfermera.


Estados Unidos por el bien y el mal
para el mal y el bien,
deja triunfar la luz,
ahoga en el océano asesinos a sueldo,
políticos del crimen, industriales de muerte,
bebedores de cocteles
de sangre,
deja que surja el canto de la fraternidad,
el tierno susurro de los pueblos morenos
sentados en la mesa del pellejo del mundo.





FERNADO LAMBERG, "La Innumerable Humanidad"; Ediciones Side, Santiago de Chile, 1968.

jueves, 15 de julio de 2010

SONETO DEL MARTES TRECE

A mí me parece que no se merece
tanta mala fama este martes trece
pues si alguien fallece o un malestar crece
ese es un problema que siempre aparece.

Cada día un  daño es lo que acontece.
Nadie desconoce que el hombre perece.
Un corazón fuerte nunca desfallece.
Quien soporta el mal todo bien merece.

De cualquier herida tu alma convalece.
A veces la vida grita y se enfurece
pero ya calmada su orden restablece.

Penas del camino todo ser padece.
Y aunque una señora se persigne y rece
no cambian las cartas que el destino ofrece.

FERNANDO  LAMBERG, 13 DE JULIO DE 2010

domingo, 4 de abril de 2010

ALGO HUELE MAL EN DINAMARCA

El principe Hamlet dijo:
- Algo huele mal en Dinamarca.
Y tenía razón.
Cada año el rey de Suecia entrega el Premio Nobel
a quienes contribuyen al bien de la humanidad
y especialmente a la defensa de la paz.
Ante él desfilan manzanas doradas,
de la física y la química,
la economía, la medicina y la literatura,
pero el invitado principal trae el diamante de la paz.
Este año 2009 algo extraño sucedió:
el invitado principal no llegó hasta el rey.
El presidente yanqui y su multivestida esposa
recibieron el premio de un presidente noruego.
¿Por qué el hombre que prometió
mas soldados contra Afganistan,
por qué el ocupante de Irak,
el cómplice de Guantánamo y el bloqueo cubano,
el defensor de los terroristas, el perseguidor de los patriotas
no se acercó al rey de Suecia?
En los tiempos antiguos volvería la paz
cuando bajaran las aguas y se aposentara el arca.
Este año Hamlet vio hundirse el arca de la humanidad
y mientras respiraba el dióxido de Copenhague
con razón dijo: "Algo huele mal en Dinamarca".