jueves, 24 de abril de 2008
VIOLETA PARRA
Una mujer que merecía
ser llamada muchas veces mujer
vivió en una carpa de circo
tocando una guitarra e inventando canciones.
Su voz inconfundible mezclaba
la tierra y la piedra,
el amor y el agua.
Sus elementales tapices de lana
colgaron los muros más famosos.
Sus canciones viajaron por los continentes.
Para ella la existencia sin amor
no valía nada.
La vida le dio mucho,
hasta le dio el valor de abandonar la vida
cuando pensó que el amor la abandonaba.
FERNANDO LAMBERG, ABRIL DE 2008
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