domingo, 27 de abril de 2008

FÁBULA DEL VIAJE

Una mujer acudió al partido comunista
porque le habían dicho
que los comunistas enviaban a sus niños a Moscú
y ella quería que su hijo conociera esa ciudad
con la nieve y con los abedules
pero sus ingresos no le permitían
pagar ni la centésima parte del pasaje.
Los comunistas le dijeron que eso no era cierto,
que ellos no financiaban tales viajes,
que mejor educara a su hijo para la lucha social
en vez de imaginarlo vestido de pieles en la Plaza Roja.
La mujer regresó al hogar y encendió el televisor
donde tantas veces le habían afirmado
que si ganaban los comunistas
su hijo tendría un porvenir moscovita.
Después de varios comerciales
apareció la analista política
con una hermosa chaqueta bordada
asegurando que los rojos enviaban a sus hijos a Moscú
para convertirlos en asiáticos terroristas.
Entonces la mujer que escuchaba la advertencia
sin saber de qué lado se encontraba la verdad
perdió por un momento la razón y rompió el televisor.
A petición del público se deja
pendiente la moraleja.

FERNANDO LAMBERG, ABRIL DE 2008

sábado, 26 de abril de 2008

ÑUÑOA


Algunas tardes son ligeras como un sueño;
otras vagan como animal sin dueño.
Unas tardes son puras como un niño;
otras se adornan con lámparas extrañas.
Algunas tardes son lentas como un año
y otras arden en el fuego pequeño.
Olvidé algunos atardeceres; pero añoro
las hojas que uno pisa en el otoño
en las tranquilas tardes de Ñuñoa.

jueves, 24 de abril de 2008

PABLO NERUDA


Un poeta entró tan profundamente en la materia
que tocó las húmedas fibras de la madera,
escuchó la áspera voz del apio
y vio volar las empapadas alas del vino.
Estaba frente al mar,
frente al mar siempre igual y siempre diferente.
Las olas chocaban contra la arena.
En la playa todavía quedaban alguna ágatas.
El golpe violento de la traición
hizo que el poeta
-dejando su envoltura terrenal-
volviera a ser materia.

FERNANDO LAMBERG, ABRIL DE 2008

GABRIELA MISTRAL


Bajo el ardiente sol del valle de Elqui
una niña jugó que iba a ser reina.
Fue mucho más.

En un lejano país nórdico
un rey le entregó el premio
que habían merecido su prosa coloquial
y la áspera ternura de sus versos.
El rey era mortal. Ella inmortal.

Una inmensa marea de seres y de lágrimas
acompañó sus restos
bajo el ardiente sol de Santiago de Chile
cuando Gabriela -rebelde greda-
volvió a la tierra.

FERNANDO LAMBERG, ABRIL DE 2008

VICTOR JARA


Golpearon sus manos para que dejara de cantar.
Quebraron sus huesos para que dejara de cantar;
pero siguió cantando.
En el pasado los juglares llegaban a las plazas
y el público escuchaba las batallas,
la valentía indomable de los combatientes
y la traición de quienes
no soportaban el resplandor de las hazañas.
Luego el juglar volvía al camino
para entonar nuevas canciones.
Este hombre murió aferrado
a su pueblo y a su guitarra
era un juglar y un héroe.

FERNANDO LAMBERG, ABRIL DE 2008

VIOLETA PARRA


Una mujer que merecía
ser llamada muchas veces mujer
vivió en una carpa de circo
tocando una guitarra e inventando canciones.
Su voz inconfundible mezclaba
la tierra y la piedra,
el amor y el agua.
Sus elementales tapices de lana
colgaron los muros más famosos.
Sus canciones viajaron por los continentes.
Para ella la existencia sin amor
no valía nada.
La vida le dio mucho,
hasta le dio el valor de abandonar la vida
cuando pensó que el amor la abandonaba.

FERNANDO LAMBERG, ABRIL DE 2008

LA CONSTRUCCIÓN DE LAS CÚPULAS


Un edificio majestuoso se eleva con una cúpula.
La revolución se hunde con ella.
Pensemos en las grandes cúpulas:
la de Santa Sofía en Estambul,
la que proyectó Miguel Ángel para la cúpula de San Pedro,
la de Taj Mahal en India.
Hermosas, imponentes, imprescindibles
exhiben bajo la bóveda del cielo azul su belleza
pero la revolución las rechaza
porque toda cúpula la aplasta.
Veamos el proceso perverso de la construcción.
Desde el fondo, del barro, de la piedra
comienza a surgir un edificio
elevado por incontables manos.
Sus ladrillos se pueden teñir de sangre;
caen combatientes de los andamios.
La oligarquía intenta tumbar las murallas
pero los muros siguen subiendo
y de pronto comienzan su labor desde dentro
fuerzas que se apoderan de la arquitectura,
poderes que controlan la ingeniería.
Es una ínfima minoría
que pretende representar a todos,
unos escasos que se declaran multitud,
un grupo que se autodenomina muchedumbre.
Y comienzan a apagar las antorchas recientes.
El joven edificio se vuelve pretérito.
El impulso al futuro se torna arqueológico.
Los pocos números instalados en la cúpula
condenan a los demás al silencio,
a la inacción,
a la ignorancia de los pactos secretos.
Compañero, cuidado
porque la fuerza del barro original puede convertirse
en el frágil caparazón de una cúpula que revienta
arrastrando consigo
los incontables albañiles que con sudor y sangre
levantaron los muros del edificio.

FERNANDO LAMBERG, ABRIL DE 2008

LA EPOPEYA DEL 13 DE ABRIL


El trece de Abril un pueblo sin armas salió a combatir;
el trece de Abril un pueblo sin armas salió a defender
su profundo derecho a vivir,
su derecho a la tierra, a la escuela,
a los dorados frutos de la salud.

En el palacio de gobierno un puñado de traidores
quiso encadenar al país.
Un puñado de ambiciosos creyó que la traición
apagaría las luces de la revolución.
No contaban con el pueblo,
un pueblo que nunca conocieron, un pueblo
que para ellos sólo era el objeto de la explotación.

Y el trece de Abril los traidores sonrieron ante la televisión.
Habían secuestrado al líder,
habían apresado al guerrero de la luz.
Por eso sonrieron ante las cámaras serviles y las serviles grabadoras.

Pero de pronto se sintió el rumor, el clamor,
el grito creciente e invencible del pueblo
que con sus trompetas tumbó las murallas del odio,
que con sus banderas derribó los muros del títere
que solo unas horas mantuvo en su atroz telaraña
a los que querían ser sus servidores,
a los que peleaban por ser los esclavos de la felonía,
a quienes pedían las migas inmundas de la torta inmunda,
a quienes querían entregar la patria,
vender nuestra tierra, vender nuestro cielo,
vender el petróleo y el agua y el aire y el alma.

El grito del pueblo sonó en los oídos de los conjurados
y el grito de leales soldados
que agitaron la enseña gloriosa
con que en los combates venció nuestra sangre.

Y por los pasillos del palacio huyeron ratas y ratones,
lechuzas y arpías
mientras resonaban los pasos del pueblo,
mientras se escuchaba el corazón del pueblo
que con sus latidos de lealtad y coraje
rescató a su líder, rescató a su patria
mientras el asombro del mundo miraba
la increíble gesta de un pueblo sin armas
que luchó y logró otra vez su derecho a vivir,
su derecho a cantar,
su derecho a pisar la tierra y a bailar
y sentir los rayos del sol que ilumina
a los combatientes del trece de abril.

FERNANDO LAMBERG

miércoles, 23 de abril de 2008

SALUDO AL BRAVO PUEBLO


¡Salud, bravo pueblo! Te saludo porque hoy es tu día,
porque tuyos son todos los días,
las noches, los meses, los años, los siglos de historia fecunda.

Salud, bravo pueblo, que quieres tumbar en el barro
la torre de la soberbia de aquellos que beben tu cálida sangre,
tu sudor, la sangre que nace
en tus venas abiertas y tus anchas arterias;
que quieres que caigan al barro los viles negreros
que intentan pagar con monedas escuálidas
el noble valor del trabajo.

Se ven las banderas, se escuchan los gritos del pueblo
que lucha, que sufre, que vive y que muere,
que muere y revive otra vez elevando
la noble canción del martillo,
la clara canción de la espiga que crece en el surco,
la hermosa canción de la madre que mece a sus hijos.

Salud, bravo pueblo que estrella en el suelo
a aquellos que niegan salud a los pobres,
que esconden los libros, que quieren matar la alegría,
que intentan robarse la tierra de todos y el agua de todos
y prefieren dejar su veneno en el aire
antes que perder uno de aquellos billetes verdosos de bilis.

Si pudieran sacarle a los pobres los huesos
y el tuétano de esos mismos huesos lo harían
porque esperan que tú, noble pueblo,
agonices comiendo miseria
y esa oligarquía pretende nombrar como cómplice
a un dios que para ellos no inspira ni amor ni respeto
y solo te dejan vivir porque aguardan
quitarte hasta el último aliento
y además te aseguran que si logras soportar la infamia
llegarás a un cielo en el cual ya ellos se encuentran sentados
porque una vez le dieron como misericordia
un pedazo de pan a un hambriento.

Pueblo que vas por las calles, que vas por los cerros,
que vas por el borde del río o del mar caminando
y buscando el futuro,
junta las banderas, reune los gritos de los oprimidos,
golpea la torre soberbia de los oligarcas,
levanta el puño contra los malvados
y estrecha en tus brazos fraternos
a los campesinos, soldados, mineros, obreros,
a cuantos elevan la hermosa bandera de aquellos humildes
que un día cercano serán soberanos
del reino de esta tierra,
del imperio del bien, del planeta de todos.

Hoy te saludo, bravo pueblo, porque hoy es tu día,
porque todos los días son y serán tus días,
porque estás presente ahora y siempre.

FERNANDO LAMBERG

martes, 22 de abril de 2008

FÁBULA DE LOS BURLADORES


Tres burladores inventaron un poeta llamado Metaforón,
forjaron varios poemas
y ofrecieron esa producción al público soberano
con los más sonoros adjetivos.
-Si ustedes observan el tejido de la obra
verán el centro de un oximoron magnífico,
a la izquierda una delicada aliteración
y a la derecha una espléndida onomatoepya.
El público asombrado no se atreve a decir que en esos versos
no veía ni belleza ni fuerza ni tristeza ni alegría.
Sin embargo un sujeto al cual le importaba un bledo
que lo llamaran zafio, torpe, analfabeto, rústico,
afirmó que el tejido mo existía
y que Metaforón estaba mas desnudo
que cuando los comadrones lo trajeron al mundo.
Alentados por ese irreverente
otros sujetos y otrsa sujetas
comenzaron a decir lo mismo
y los burladores escaparon adonde no los encontrara
el público soberano.
A pesar de todo la situación no cambió demasiado
porque Metaforón cobró vida verdadera
y afirmó que sus descubridores
eran los mejores críticos de la Tiera.
A esta historia puede agregarse una sentencia:
el que quiera ver que vea y el que quiera creer que crea

FERNANDO LAMBERG, 2008

ANGELMÓ


Lanchas chillotas llegan con primicias marinas:
mejillones que entreabren sus dos ásperas valvas,
débiles velas que hacen trayectorias extensas,
historias de pincoyas que danzan sobre el agua.
Miro el mar, las espumas que en el piélago
dejan sus blancas señas,
y trato de no ser, de no pensar, de hundirme
como el canto en la pluma de un ave sin garganta.
Rostros rojos, pupilas vacías, cortos miembros
elevan la armadura calcárea del molusco
y el mar toca los pies del fugitivo isleño
como plegaria u orden, como rival o amante;
solo que tú no estás,
solo que el viento aulla.
Angelmó eleva su amplia, húmeda arboladura
y a sotavento zarpa mi corazón ahora.
Las ruedas de las carretas llegan hasta el mar;
los caballos dejan sus remos en el mar;
el día de empapado gris sacude el cielo
y las primeras gotas caen sobre los barcos.
¿Debo permanecer , seguir observado el cielo
para que el agua caiga como llanto en mis ojos?
¿Debo hundir una mano en el piélago obscuro
tal como el sentimiento se anega en tu memoria?
Nada puedo decir; solo pienso
que los chillotes deben traerte desde el mar,
semejante a un botín prodigioso;
igual que una deidad marina,
de la misma manera que un mágico despojo.
pagaría con sangre tus sonrosados labios
y con llanto la líquida luz de tus pupilas.

FERNANDO LAMBERG, 2008

LA BOTELLA DE VINO


El aire envuelve al vidrio,
el vidrio envuelve al vino,
el vino con sus suaves vapores envuelve el espíritu
del que destapó la botella de vino.
Bendita botella tantas veces maldecida,
no eres tú con tu cuerpo transparente y tus entrañas de uva
la que produce la tragedia o la comedia,
la pelea a puñal, los golpes a la compañera.
Es el que no sabe administrar tu herencia,
beber con equilibrio y alegría, hablar con prudencia,
planificar o recordar con calma,
elevar otro brazo en el brindis patriótico,
sonreír desde la copa a una mujer encantadora,
compartir un sorbo con el recién llegado
o despedirlo en el cordial trago del estribo.
Botella centenaria,milenaria
patricia, plebeya,
tú no me darás un golpe bajo si no lo busco,
no me enviarás al suelo si me cuido.
Por eso entono un canto en tu honor,
miro el fondo del último vaso,
recuerdo al invitado que cambió el agua en vino
y le envío un fraternal saludo bíblico:
-¡Hasta verte, Cristo mío!

FERNANDO LAMBERG, 2008

miércoles, 16 de abril de 2008

AQUEL HOMBRE


Un hombre era tan pobre que sólo tenía una camisa rota
y tan inmensamente rico que su corazón albergaba a la América entera;
un hombre era tan débil que la muerte no combatió con él
y tan poderoso que su mensaje atravesó los siglos;
un hombre era tan viejo como el puñal traicionero que atravesaba su corazón
y tan joven como los infinitos sueños que guardaba;
un hombre no tenía donde caerse muerto en su ciudad
y estaba vivo en todas las montañas;
su cuerpo no tenía una gran estatura
y su alma llegaba más allá de las estrellas;
un hombre estaba muy enfermo
y su doctrina podía sanar los continentes;
un hombre murió asistido por unos pocos amigos
y revivió en los pueblos incontables;
un hombre rechazó la corona y el cetro
y a sus pies se rindieron las naciones;
un hombre se volvió esclavo del prójimo
y la libertad nació bajo su dominio;
un hombre amaba la paz
y fue el héroe colosal de las batallas;
un hombre amaba a Caracas
y le prohibieron regresar a ella;
un hombre pensó que había arado en el mar
y su semilla fecundó la tierra;
un hombre pensó que bajaba desarmado al sepulcro
y su espada camina por los caminos del mundo.

FERNANDO LAMBERG, 2008

JULIÁN GRIMAU


Cuando en abril llega a Madrid la primavera
el cuerpo de Julián volvió a la tierra.
Mucho antes la guerra había terminado,
la guerra que mató a un millón de españoles.
Julián creyó que podía regresar,
pisar otra vez el suelo de la patria.
Ignoraba que el odio y la infamia lo esperaban.
No fue con un beso en la mejilla
sino con un apretón de manos que el traidor lo entregó.

Antes del juicio se sabía la sentencia.
Lo acusaron de haber cometido hacia muchos años
crímenes que no existieron ni pensó cometer.
Los testigos no dieron la menor evidencia.
Solamente decían que otros aseguraban que otros habían dicho...
Para el tribunal fue suficiente.
Una vez más un inocente fue llevado a la muerte.
Julián tenía que morir por su rebeldía,
por su creencia en el bien, por su fe en la humanidad.
No fueron escuchadas las voces que pedían justicia,
las voces que en el mundo pedían libertad.
Julián murió en Abril cuando llega a Madrid la primavera.
Los fusiles sonaron en los campos de Carabanchel.
Pidió que no vendaran sus ojos.
En el recuerdo vió a su esposa y a sus hijos.
Y murió mirando la luz del alba.

Cuidado hermanos, amigos, compañeros.
El odio necesita nuevas víctimas.
Otra vez los bombarderos matan nilos descalzos.
De nuevo el fuego quema las aldeas.
Debemos responder.
El poderoso puño del amor debe golpear al odio.
Las luces de la paz deben vencer a las sombras.
En las semillas, en las raíces, en las hojas
está presente un mundo nuevo.

Julián Grimau; desde la tierra tu nombre suena
como el clarín que llama a las batallas.
Julián Grimau; desde la tierra tu nombre suena
como el viento que agita las banderas.

FERNANDO LAMBERG

LOS REALES


En este momento tengo la ocasión de contar mis reales,
los reales que están ante mí y los que dejé
en las taquillas del banco,
los reales de la tarjeta de crédito y la tarjeta de débito,
los reales de la canasta alimentaria,
del bono vacacional, del convenio colectivo,
del reajuste de sueldo, de las utilidades,
de los años de la antiguedad y los bonos de estímulo,
de los intereses de las prestaciones,
el interés del depósito a plazo fijo,
los viáticos, las horas de trabajo extraordinario,
los auxilios de la caja chica,
las ganancias de la caja de ahorros,
los reales reales, los reales ideales, los reales virtuales,
la sombra de los reales pasados y la luz de los reales futuros,
reales que desaparecen entre las compras, las deudas,
el carro, el transporte,
los compromisos impostergables, las consultas, los medicamentos,
el alquiler, las tarifas, entre las comidas y bebidas,
entre el viaje y los restoranes,
entre las aguas del lago de la familia
y los reales de la vestimenta y los reales del aseo personal,
y reales que en realidad no se a donde se fueron,
reales en periódicos, en libros, en discos, en películas
y en la escultura que nadie cree que es africana
y la pintura abstractamente figurativa,
sin contar los muebles, las sábanas, las lámparas de moda
y ésta máquina humana que no cesa de consumir y consumir
como si la tarea suprema de la vida fuera el consumo.
Si juntas las monedas tienes una escalera,
si juntas los billetes tienes una alfombra
y resbalas por la escalera y resbalas por la alfombra
mientras dentro de ti mismo surge el deseo
de que los reales con todo su realero
se vayan a las mismas montañas del infierno.

FERNANDO LAMBERG, 2008

sábado, 12 de abril de 2008

POEMA EN BLANCO Y NEGRO


Un error de muchos años sigue siendo un error.

Llamar blanca a la inocencia y negra a la perfidia

sigue una tradición pero no una verdad.

El blanco puede ser señal de la traición

y el negro ser la huella de la lealtad.

Una simbología obsoleta va par malos caminos.

En el ajedrez la dama negra sobre la casilla negra

puede darte la victoria

y la dama blanca sobre la casilla blanca

hundirte en la derrota.

Negro es al color de un científico ante el microscopio

y blanco el color de un asesino con una metralleta.

Negro es el carbón que mueve las máquinas

y blanca la nieve que las paraliza.

Negra es la sartén familiar

y blanca la mesa sin sopa y sin pan.

Negro es el color de la letra que enseña

y blanca la página que no tiene letras.

Blanco es el fósforo que quema a los niños

y negra la noche que los protege.

Negro es el vestido de las viudas heroicas

y blancos los colmillos del lobo carnicero.

Durante el siglo XX

y a comienzos del siglo XXI

una Casa Blanca en el norte de América

representa el símbolo de la mayor infamia.

Por eso propongo

que con un puno de poderoso amor

derribemos ese castillo de la perfidia

y en su lugar levantemos la Casa Negra de la hermandad,

la Casa Negra de la paz, a Casa Negra de la alegría.


FERNANDO LAMBERG, 2007

HISTORIA DE UNA METRALLETA


Un cubano llamado Fidel

viajó al extremo austral de América,

a un país de larga y estrecha geografía.

En su isla tropical había sido el vencedor de las batallas,

el hombre que llegó al poder por la violencia,

el tumbador de la tiranía.

Ahora era el huésped de un chileno llamado Salvador,

de un hombre que llegó al poder con el sufragio popular,

con el mandato que el pueblo le entregó,

con un mandato que juró defender hasta la muerte.

Y el cubano, el combatiente de los cañaverales,

regaló al chileno una metralleta,

un arma ofrecida al guardián de los códigos,

al protector de la Constitución,

al parlamentario, al director de asambleas y sesiones.

Los mandatarios se estrecharon las manos.

Salvador agradeció el obsequio.

- Una metralleta para usted, presidente.

- Sabré usarla, comandante.

Luego Fidel regresó a su isla.

En el sur la tormenta se avecinaba.

A la tierra chilena llegó el golpe de la infamia

apoyado en las alas imperiales.

Traidores nacionales y extranjeros

hicieron que el palacio de gobierno ardiera en llamas

mientras dentro moría un puñado de valientes.

El que mantuvo hasta el último momento el respeto de la ley,

el que nunca permitió la injusticia de la fuerza

Tuvo que empuñar las armas.

¿Vale la pena defender los códigos

frente a la furia de los asesinos?

¿Es posible mantener la ley

ante las serpientes y las hienas?

Con la metralleta Salvador logró detener un tanque.

Los aviones volvían a pasar lanzando su carga siniestra.

Después de combatir durante horas

el Presidente de la República de Chile,

el compañero Allende,

se alejó en un momento de los otros combatientes.

Conocía la maldad de los enemigos,

El siempre defendió la dignidad de su país y su persona.

No quiso que las águilas sedientas bebieran su sangre,

que los verdugos del Imperio quebraran sus huesos,

que lo hundieran en un sótano antes de envenenarlo.

Vivió por el pueblo y para el pueblo.

Este día moría por el pueblo y para el pueblo.

Moría sabiendo que mas allá de las balas,

más allá de la derrota momentánea y las heridas del odio

se abrirían las anchas alamedas.

Apoyó el canon de la metralleta contra su barbilla y disparó.

Desde la isla tropical Fidel había llevado un regalo,

un arma que paso de héroe a héroe,

un arma para defender la paz del pueblo y su grandeza

y que ahora disparaba una ráfaga inmortal

sobre el corazón de América.


FERNANDO LAMBERG, AGOSTO DE 2006

viernes, 11 de abril de 2008

CHILENOS EN EL MUNDO


El viento de la dictadura
lanzó a muchos chilenos fuera del país
pero no impidió que ellos llevaran
la patria en el alma y lanzaran su semilla
en los más distantes lugares.
Verdejo en Berlín, Machuca en Amsterdam,
Soto en Hong Kong, González en Vietnam,
Jiménez en Moscú, Montesinos en Irán,
Olavarría en Praga, Carrasco en París,
tantos exiliados en los campos de América.
Y por todas partes fueron apareciendo las empanadas,
las humitas, el pastel de choclo, la cazuela de mariscos
y por encomienda viajaban los locos y el cochayuyo,
el orégano y el luche, los piures, el mote, los huesillos,
En Egipto aparecieron los picarones y en China las sopaipillas,
en Estocolmo el tinto con duraznos
y en Irlanda el blanco con frutillas.
Se prepararon intentos de curanto en olla,
de prietas con puré, de orejas de chancho, de chupe en lebrillo,
y en sitios tan lejanos escucharon que iríamos al tiro,
que como Colo Colo no hay
y se oían los discos de Violeta y de Víctor
y los poetas recordaban Chillán y Antofagasta,
Santiago y Valparaíso.
En otros paralelos se habló de chilotes y araucanos,
de nortinos y sureños,
de la cacha de la espada y la madre del cordero,
de la laguna de las tres Pascualas,
del atorrante Pedro Urdemales, del trauco y las pincoyas.
La cueca taconeó con el aro aro de Ña Pancha Lecaros
y en nombre de O’Higgins y en nombre de Allende
se abrieron plazas, calles y avenidas.
Al llegar a un lugar de fiesta
algunos aseguraban que se parecía a El Rosedal
y una muchacha hermosa había escapado del Bim Bam Bum.
Por supuesto ninguna montaña era más alta que el Aconcagua,
ningún lugar más frío que el salar de Atacama,
ningún manto más sagrado que el de la Virgen de Andacollo,
ningún santo más heroico que San Sebastián de Yumbel,
ni flor más bella que el copihue
ni pingüinos más hermosos que los de nuestra Antártida
y cachai compadre que estamos vivos
y algún día regresaremos porque la dictadura va a caer
y nos sentaremos en el Mercado Central de Santiago
o en cualquier otro mercado
y aunque hayan demolido Las Tejas
volveremos a tomar un buen vaso de chicha
porque no hay mal que dure cien años
y una gran alegría vendrá después de la desdicha.

FERNANDO LAMBERG, MARZO DE 2006

lunes, 7 de abril de 2008

CANCIÓN DE LA PAZ


Quiero la paz y rechazo la paz.
Quiero la paz de los campos sembrados.
Rechazo la paz de los cementerios.
Quiero la paz de los pueblos unidos.
Rechazo la paz de los imperios.
Quiero la paz de los hombres hermanos.
Rechazo la paz del esclavo.
Quiero la paz de la mujer fecunda.
Rechazo la paz de la roca estéril.
Quiero la paz de la creencia.
Rechazo la paz del incrédulo.
Quiero la paz del entusiasmo.
Rechazo la paz del desencanto.
Quiero la paz de las primeras letras.
Rechazo la paz de los analfabetos.
Quiero la paz de las montañas.
Rechazo la paz de los pantanos.
Quiero la paz de la sentencia justa.
Rechazo la paz del silencio cómplice.
Quiero la paz de la igualdad.
Rechazo la paz de la misericordia.
Busquemos la paz,
una paz que sea fértil como el amor,
hermosa como la luna y radiante como el sol.

FERNANDO LAMBERG, 2008

sábado, 5 de abril de 2008

CANCIÓN DE CUNA


Duerme, niño, duerme
que los bombarderos ya vienen, ya vienen.
Descansa, niñito, descansa.
Cada vez más cerca
las bombas ya caen, ya caen.
Guarda tu sonrisa
porque ya las chozas se incendian, se incendian.
Cierra tus ojitos
ahora que las llamas consumen la aldea.
No vendrá tu padre
porque el y el valor en la tierra yacen.
Sueña dulces sueños
porque tú y tu madre
dentro de un momento
llegarán al cielo
con las explosiones de los bombarderos.
Cierra tus ojitos que viene el imperio.

FERNANDO LAMBERG, 2008