miércoles, 16 de abril de 2008

LOS REALES


En este momento tengo la ocasión de contar mis reales,
los reales que están ante mí y los que dejé
en las taquillas del banco,
los reales de la tarjeta de crédito y la tarjeta de débito,
los reales de la canasta alimentaria,
del bono vacacional, del convenio colectivo,
del reajuste de sueldo, de las utilidades,
de los años de la antiguedad y los bonos de estímulo,
de los intereses de las prestaciones,
el interés del depósito a plazo fijo,
los viáticos, las horas de trabajo extraordinario,
los auxilios de la caja chica,
las ganancias de la caja de ahorros,
los reales reales, los reales ideales, los reales virtuales,
la sombra de los reales pasados y la luz de los reales futuros,
reales que desaparecen entre las compras, las deudas,
el carro, el transporte,
los compromisos impostergables, las consultas, los medicamentos,
el alquiler, las tarifas, entre las comidas y bebidas,
entre el viaje y los restoranes,
entre las aguas del lago de la familia
y los reales de la vestimenta y los reales del aseo personal,
y reales que en realidad no se a donde se fueron,
reales en periódicos, en libros, en discos, en películas
y en la escultura que nadie cree que es africana
y la pintura abstractamente figurativa,
sin contar los muebles, las sábanas, las lámparas de moda
y ésta máquina humana que no cesa de consumir y consumir
como si la tarea suprema de la vida fuera el consumo.
Si juntas las monedas tienes una escalera,
si juntas los billetes tienes una alfombra
y resbalas por la escalera y resbalas por la alfombra
mientras dentro de ti mismo surge el deseo
de que los reales con todo su realero
se vayan a las mismas montañas del infierno.

FERNANDO LAMBERG, 2008

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