jueves, 24 de abril de 2008

GABRIELA MISTRAL


Bajo el ardiente sol del valle de Elqui
una niña jugó que iba a ser reina.
Fue mucho más.

En un lejano país nórdico
un rey le entregó el premio
que habían merecido su prosa coloquial
y la áspera ternura de sus versos.
El rey era mortal. Ella inmortal.

Una inmensa marea de seres y de lágrimas
acompañó sus restos
bajo el ardiente sol de Santiago de Chile
cuando Gabriela -rebelde greda-
volvió a la tierra.

FERNANDO LAMBERG, ABRIL DE 2008

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